El cloretilo (cloruro de etilo) es un compuesto químico usado clínicamente como anestésico local en forma de spray, aprovechando su capacidad de producir “crioanestesia” mediante enfriamiento rápido de la piel. Farmacológicamente, actúa como depresor del sistema nervioso central, y su inhalación puede generar efectos como euforia, desinhibición y alucinaciones, lo que ha llevado a su uso recreativo.
Este consumo recreativo, especialmente creciente entre jóvenes de 18 a 25 años en España, conlleva graves riesgos: daño cerebral irreversible, trastornos psicológicos, arritmias, paro cardíaco, depresión respiratoria, toxicidad hepática y dependencia. Su bajo coste, fácil acceso y apariencia "inofensiva" han favorecido su abuso, especialmente en fiestas y botellones.
Las autoridades sanitarias alertan sobre este fenómeno y proponen mayor regulación en su venta, incluyendo receta médica y control de puntos de distribución, para reducir su uso indebido y proteger a los menores.