El juego online ya no es exclusivo de jóvenes: cada vez más personas mayores participan en él, a menudo como forma de lidiar con la soledad, el aburrimiento o el duelo. Esta conducta puede convertirse en adicción, favorecida por la accesibilidad digital y ciertas vulnerabilidades asociadas a la edad, como el aislamiento o el deterioro cognitivo. Sin embargo, esta problemática suele pasar desapercibida y carece de estrategias de prevención específicas. Se requiere una respuesta institucional adaptada a este grupo para prevenir y tratar el juego patológico en la vejez.